Abuelas, 35 años de lucha
“En estos 35 años llevamos 107 abrazos. Cada uno nos conmueve y nos inspira para seguir luchando”. Con estas palabras Estela de Carlotto anunció hace unos días la recuperación de un nuevo nieto y reafirmó el compromiso que la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo mantiene desde 1977.
Hoy, las Abuelas cumplen 35 años de búsqueda de Identidad y Verdad para los más de 500 bebés apropiados durante la última dictadura militar y de Justicia para toda la sociedad argentina, que la reclama para cerrar las heridas sufridas durante la noche oscura de la última dictadura militar.
Estela y el resto de las integrantes de la Asociación son un ejemplo de lucha. Llevan una vida trabajando incansablemente para recuperar la historia de esos chicos que hoy son hombres y mujeres. Muchos de ellos formaron sus propias familias e involuntariamente arrastran a sus propios hijos a vivir en la mentira que les impusieron sus apropiadores.
Esas mujeres, a quienes llamaron “las locas” en tiempos de la dictadura, fueron capaces de sobreponerse y transformar su tremendo dolor en lucha, nunca en resentimiento ni en sed de venganza. Ellas nos enseñaron que el amor vence al odio y la esperanza vence al tiempo.
Su camino no fue fácil. Pero la militancia y la perseverancia de quienes buscan Justicia por encima de cualquier otra cosa rinden sus frutos. Las Abuelas llevan recuperados 107 nietos, 107 identidades. Además, lograron que en nuestro país se juzgara en un Estado de Derecho y con todas las garantías constitucionales a los genocidas. Hoy, alrededor de 300 represores están condenados, entre ellos Jorge Rafael Videla, quien recibió 50 años de pena por el “plan sistemático de robo de bebes”.
Todo este trabajo, realizado con amor y con esperanza, les valió en más de una ocasión la nominación al Premio Nobel de la Paz. En todas ellas, las Abuelas reunieron el apoyo de toda la sociedad, desde universidades hasta políticos y personalidades destacadas de la cultura.
Este año les fue nuevamente esquivo, pero el reconocimiento internacional ya no pueden quitárselo. El año pasado recibieron el Premio Félix Houphouët-Boigny que otorga la UNESCO a las personas, instituciones u organizaciones destacadas en la búsqueda y promoción de la paz.
Más allá de los galardones, lo importante es que la lucha de Abuelas trascendió las fronteras y está instalada en todo el mundo. Ellas se ganaron el respeto y el apoyo de la comunidad internacional como representantes de la paz.
Pasaron 35 años y aún queda mucho trabajo por realizar. Son más de 400 los hombres y mujeres que todavía viven presos de una mentira y una vida que les impusieron, que no saben que hay una familia que los busca y los espera. Para encontrar a todos ellos es que debemos redoblar los esfuerzos y colaborar desde nuestros espacios con la tarea de Abuelas.
Estela recordó hace poco que muchas de sus compañeras se han ido sin poder abrazar a su nieto. Y en esa declaración volvió a interpelarnos y a decirnos que el paso del tiempo y sus inexorables consecuencias no deben detener la tarea.
Por eso, además de acompañarlas permanentemente, tenemos que estar preparados para tomar la posta cuando las circunstancias lo demanden. Es nuestro deber seguir comprometidos con esta causa, apoyar y colaborar con las Abuelas en su búsqueda, tomar las banderas de la Memoria, la Verdad y la Justicia y seguir adelante con esta lucha hasta que no quede un solo nieto apropiado sin conocer su verdadera procedencia. Siempre con amor, nunca con resentimiento.