Liberar de la mentira
Esta semana la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo recuperó la identidad del nieto 106. Un nuevo logro que alcanzan en estos 35 años de lucha. Hoy, gracias a su inclaudicable trabajo, tenemos una nueva verdad para el Pueblo argentino. Hay una mentira menos, entre todas las que nos dejaron los años del genocidio, donde la apropiación de bebés fue parte de un plan sistemático que tenía como objetivo la desaparición de los mejores representantes de una generación y también su legado.
El terrorismo de Estado, encarnado en los asesinos que usurparon el poder, se llevó 30 mil compañeros que soñaron y lucharon, con convicción y valentía, por un país mejor. La dictadura le arrancó a la sociedad a lo mejor de una generación, los persiguió, los asesinó, los desapareció.
El siniestro plan –autodenominado con el eufemismo Proyecto de Reconstrucción Nacional- intentó borrarlos, ocultar sus historias y su militancia. Con ese fin, robaron a sus hijos, a los que secuestraron con ellos y a los que nacieron en los centros de tortura. Los inscribieron como hijos propios, los abandonaron o los entregaron. A todos los despojaron de su identidad.
El trabajo de nuestras Madres y Abuelas impidió que el objetivo de los genocidas se completara. Los criminales nos arrancaron a los 30 mil, pero no pudieron con sus ideales, con sus luchas, con sus historias.
Durante la más sangrienta de las dictaduras que padeció la Patria, se robaron 500 bebés. La asociación que preside Estela de Carlotto anunció la recuperación de la identidad de Pablo Javier, el nieto 106. El país ganó una batalla más por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
“Después de 34 años, Pablo fue finalmente liberado de la mentira”, resaltó Estela en la conferencia de prensa. La referencia, por supuesto, era a Pablo Javier, hijo de Ricardo Gaona Paiva y María Rosa Miranda. Ambos siguen desaparecidos, Pablo ya no.
El joven de 34 años nació creyendo que era adoptado y que sus apropiadores lo habían traído desde Misiones. Pero en 2001 sus dudas comenzaron a crecer hasta arrancarle la confesión a quien creía que era su madre adoptiva. Había sido entregado por un coronel retirado al matrimonio de un primo suyo que lo anotó como hijo propio.
La verdad se impuso. Los datos genéticos son irrefutables. Pablo Javier Paiva Miranda se reencontró con su familia, con su historia y con la de sus padres. Cada nieto que recupera su identidad es un premio a la lucha y a la esperanza.
No obstante, todavía quedan 400 de esos bebés apropiados durante la dictadura que viven presos de una mentira. Su búsqueda aún desvela a las Abuelas y debe desvelar a la sociedad toda. Los nietos hoy son hombres y mujeres que formaron sus propias familias, y trasladan su identidad y su historia falsas a una nueva generación, que multiplica las injusticias.
«Las Abuelas estamos cumpliendo 35 años de búsqueda. Muchas de nosotras se han ido de esta vida sin poder abrazar a su nieto o nieta. Nuestra lucha sigue siendo tan dolorosa y desesperada como al principio, aunque ahora con el agravante de que el tiempo se nos acaba», clamó Estela durante la conferencia de prensa en la que se anunció la recuperación de la identidad de Pablo.
En su primera presentación en la ONU, Néstor Kirchner pronunció una frase que me conmovió hasta las lágrimas: “Somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”. Así lo siento y como sus hijos, las debemos acompañar en esta etapa de lucha. Por eso, desde la Universidad Nacional de Lomas de Zamora tomamos la responsabilidad de divulgación de la campaña “Conocé tu verdad”, que impulsan desde la Asociación.
Como sociedad no podemos luchar contra lo inexorable, pero sí debemos tomar el compromiso de que el tiempo de búsqueda de la verdad no se acabe hasta recuperarlos a todos. Debemos esbozar una defensa contra los ataques de quienes, con espurios intereses, quieren enterrar el pasado con la excusa de que lo que importa es el futuro. Pablo Javier es presente, pero la lucha por liberar al resto de los nietos de la mentira continúa.